CONSIDERACIONES SOBRE EL AEROMODELISMO Y SUS CULTORES
En tantos años de transitar por las maravillas y, a veces, sinsabores, que nos brinda nuestro querido hobby, nunca he dejado de experimentar la agradable sensación de placer que da esa extraña mezcla de entusiasmo por lo que estamos queriendo hacer, con el desafío de vencer las dificultades propias del eventual proyecto. –
Cuando vemos, oímos o leemos algo que nos atrapa, de inmediato la mente nos genera un vehemente deseo de enfrentar cualquier dificultad con tal de emprender el camino de la realización. –
Y bueno, ahí empiezan a aparecer los problemas, a veces económicos, a veces técnicos. – Curiosamente, casi sin excepción, superamos los primeros. –
No sé de dónde, pero la plata aparece, ya sea porque la tenemos o porque diferimos gastos o nos fían, o lo que sea, pero el entusiasmo termina ganando, aunque más de una vez tengamos que entrar a hurtadillas llevando la preciada compra. –
Con los segundos, o sea lo técnico y/o lo artesanal que nos plantea el nuevo proyecto, la cosa es más complicada o, podríamos decir, más heterogénea. –
Veamos. –
En primer lugar, analicemos el espectro socio cultural de los aeromodelistas: al menos por mi larga experiencia en contacto con ellos, puedo decir que no existe un patrón que los concentre en una especialidad determinante. –
Los hay de todas las actividades; no hay nada que limite las ganas por hacer algo que vuele; así vemos aeromodelistas abogados, ingenieros, arquitectos, químicos, médicos, electricista, herreros, granjeros, comerciantes, carniceros, agrónomos, etc., etc.-
Obviamente, las habilidades y conocimientos de cada uno son diferentes y en muchos casos aparecen preferencias y/o limitaciones impuestas por la experiencia que el diario quehacer le brinda a cada uno. –
Así vemos que la forma de enfrentar el desafío no será lo mismo para un abogado que para un ingeniero, o de un médico que, para un arquitecto, o de un herrero que para un comerciante, etc., sin que esto signifique ningún menoscabo para con las muy respetables ocupaciones que a cada uno le tocó ejercer en la vida.- Sirva esto para mostrar el inmenso abanico de interrogantes que pueden aparecer ante una tarea que el interesado vislumbra como hermosa y atrapante, pero con un cúmulo de dificultades que varían en función de la experiencia previa y de las capacidades adquiridas con anterioridad.-
¿Entonces qué hacemos? ¿Por dónde empezamos? Y bueno, de las más diversas maneras; para los más expertos, será cuestión simplemente de hacer, buscando, si hace falta, algunas herramientas, físicas o técnicas, para resolver algo nuevo. –
Para los más novatos, recurrir a alguien que lo asesore. –
Y aquí viene lo que me ha llevado a emitir estas consideraciones. –
Los aeromodelistas son antes que nada personas y como tales, diferentes entre sí. –
Los hay prolijos y desprolijos; con mucha experiencia o con poca o nada; meticulosos y descuidados; muy teóricos o puramente prácticos; jóvenes y “antiguos”; pudientes o no tanto, y como si esto fuera poco, como dijimos arriba, con profesiones diversas que más de una vez, los condicionan. –
Por lo tanto, la forma de reaccionar ante el desafío, obviamente, será diferente. –
Así veremos que, si el asesoramiento viene de algún entusiasta en las teorías aerodinámicas, por ejemplo, y su información cae en manos de un neófito en la materia, lo más probable es que no entienda, le resulte muy complejo y no le sea de mucha utilidad. –
A la inversa, si el consejo proviene de un práctico y recomienda algo reñido con la teoría pero que a él le funciona, las críticas también van a aparecer. –
Y tenemos, por supuesto, el caso más común, que es el encuentro feliz del principiante con el experto dentro de una buena y cordial convivencia, en donde todo transcurre agradablemente. –
La cuestión aquí es ver como reaccionamos ante estos distintos enfoques, todos ellos válidos y en general bien intencionados.
Creo que tildar de ignorante al simplista, o complicado, o purista, o reglamentarista, o delirante al excesivamente teórico, son reacciones equivocadas que no ayudan a una grata convivencia. –
Se me ocurre, a modo de atenuante, que la pasión que conlleva este hobby, más de una vez puede hacernos perder un poco la línea del respeto que merecen las personas y sus ideas, habida cuenta de las diferencias de apreciación, que como dijimos antes, van a aparecer irremediablemente. –
Para que se entienda mejor, vaya una anécdota lejana pero siempre presente en mi mente como claro exponente de un comportamiento ejemplar entre dos próceres del aeromodelismo, lamentablemente ya desaparecidos. –
Eliseo Scotto, para mostrar la extraordinaria capacidad de su archirrival en el campo y a la vez excelente amigo, Ernesto Colombo, siempre contaba que en el último vuelo de un reñido fly off en Wakefield de un nacional, Ernesto cargó la madeja y en el momento de largar, miró para arriba, digamos que “olfateo” el momento, y súbitamente descargó, sacó la goma, cambió la configuración de los hilos (no sé si agregó o sacó potencia), cargó de nuevo e hizo un vuelo increíble ganando el campeonato. –
La gran sensibilidad de Colombo para tomar semejante decisión dejó pasmado a Scotto, un gran teórico y creador de innumerables artículos técnicos, al ver lo que había hecho su gran amigo, quien, a su vez, era un práctico de aquellos a quienes no había que preguntarle los porqués; simplemente lo sabía. –
Y aquí termina la historia, con esta anécdota que muestra el gran respeto que se tenían aquellas dos grandes personalidades que, aunque obraban diferente, se admiraban mutuamente honrándose con una gran amistad. –
Un buen asunto para meditar en qué nivel de comprensión del tema estamos cada uno de nosotros y cómo son nuestras reacciones ante las diferencias que hay entre desiguales personalidades y el respeto que las mismas se merecen. –
R Schröder – Bocha
Febrero del 2010
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